En busca de la santidad

Papa Francisco: Hay que tener en cuenta que la santidad no es algo que nos proporcionamos a nosotros mismos, que obtenemos con nuestras cualidades y nuestras habilidades. La santidad es un don, es el regalo que nos hace el Señor Jesús, cuando nos lleva con Él, nos cubre de Él y nos hace como Él... La santidad es el rostro más bello de la Iglesia: es descubrirse en comunión con Dios, en la plenitud de su vida y su amor... no es la prerrogativa de unos pocos: la santidad es un don que se ofrece a todos, sin excepción, por eso es el carácter distintivo de cada cristiano.

miércoles, 29 de abril de 2015

Evangelizar requiere...


Evangelizar requiere hacer un análisis de todo el proceso de evangelización incluyendo los “resultados” teniendo en cuenta que no se deben cifrar en términos de “eficacia” sino de “fecundidad”; y ésta es difícil de identificar sobre todo cuando en ámbito de la evangelizador los “fracasos” siempre son aparentes.

Pero sí será necesaria una visión realista y sincera de la realidad  de nuestras parroquias, movimientos, comunidades,… si crecen en extensión y en profundidad, si suceden conversiones, si surgen vocaciones, si se fundan nuevas familias católicas,…

Este análisis hay que hacerlo teniendo en cuenta la “cultura” dominante en la que las ideas, doctrinas y la razón han sido sustituidas por los sentimientos, las imágenes,…

Sin olvidar que quien salva es Cristo y Su Iglesia, será bueno repensar cómo es y cómo funciona la estructura de la Iglesia de tal manera que, desde la plataforma básica de las parroquias y bebiendo de la fuente insustituible de los sacramentos, abramos caminos para facilitar la conversión de las personas que se produce en el encuentro personal con Jesucristo y que se vive en la comunidad de la Iglesia, preferentemente en la parroquia.

Evangelizar requiere una vida comunitaria más cercana en las parroquias con la creación de pequeños grupos donde poder compartir la oración, donde formarse en la doctrina del Evangelio y donde encuentre también el cauce y el respaldo para la acción evangelizadora. Pequeñas células donde se pueda compartir la experiencia de Dios, las ideas, la vida y la acción. Este es el camino más seguro para seguir a Jesucristo en Su Iglesia. En estos pequeños grupos, en estas células, cada uno experimenta también la presencia y acción de Dios en su vida, en la vida de su pequeño grupo y en la vida de la comunidad parroquial.

Seremos fecundos en la evangelización si nos centramos en estas pequeñas comunidades vivas, abiertas, acogedoras, multiplicadoras,… en las parroquias y bajo la orientación del obispo diocesano. Seremos fecundos si centramos toda la vida y acción –personal, comunitaria, parroquial y diocesana, en la celebración de la Eucaristía, en la confesión, en los momentos exclusivos de oración y encuentro con Cristo vivo y contemporáneo nuestro. Seremos fecundos si nuestra parroquia tiene como actividad prioritaria la adoración al Santísimo de forma periódica.

Seremos fecundos si, desde la realidad cercana de la comunidad parroquial, mantenemos una visión diocesana de servicio eclesial a Jesucristo y a Su Iglesia desde la fidelidad efectiva y afectiva al obispo diocesano.

Desde estas premisas básica e irrenunciables habrá que cambiar todo lo que sea necesario y no mantener “actividades” que no “convierten”, que no facilitan el encuentro con Dios y el descubrimiento de la fe; que no muestran a la Iglesia, a la parroquia,  como el hogar de acogida para la vida comunitaria y el lugar para el crecimiento en la fe. Generalmente el problema no es cuestión de métodos sino de la vida de los agentes que demasiadas veces no es coherente con la doctrina que muestran. Teniendo convertidos dispuestos a evangelizar, es decir a hablar no de lo que saben sino de lo que les ha pasado  y de cómo viven por la gracia de Dios, podemos ir pensando en actualizar métodos, en preocuparnos por mostrar una imagen atrayente de nuestras parroquias y comunidades; de ofrecer música católica actual que conecte con los gustos contemporáneos, …

Pero sin olvidar que será Cristo (no nuestras presuntas habilidades y novedosos métodos) quien multiplique las células (pequeños grupos alrededor de las parroquias) que harán visible y atrayente el mensaje de la Iglesia, porque se hará por medio de “otros Cristos”, por medio de personas convertidas y transformadas por la gracia de Dios.

lunes, 20 de abril de 2015

PARA ENTENDER LAS ESCRITURAS

Desde hace algunas décadas se lee la Biblia bastante más que lo hacían nuestros antepasados. No hay editorial de prestigio que no desee tener en su catálogo una edición del texto sagrado. Como es natural, la Iglesia se alegra de que se lea más la Palabra de Dios escrita. El incremento del interés por la Sagrada Escritura ya había comenzado antes del Concilio Vaticano II. Pero el ejemplo del Concilio mismo, cuyos documentos respiran hondo aliento bíblico, y sus disposiciones al respecto, fueron muy importantes en la nueva posición que la Biblia ha ido adquiriendo en la vida de los católicos.
 
Hay que destacar el campo de la Sagrada Liturgia como lugar en el que la Escritura Santa se ha hecho más accesible para el pueblo de Dios. Las lecturas bíblicas en la Santa Misa y en la celebración de los demás sacramentos han sido enriquecidas muy notablemente. En los ciclos dominicales, se proclama prácticamente todo el Nuevo Testamento cada tres años. Del Antiguo, también son leídos en la celebración eucarística todos los textos relevantes para la comprensión del misterio cristiano.
 
También es muy destacable el interesante fenómeno de los grupos bíblicos. En muchas parroquias, movimientos y centros pastorales se han constituido círculos de estudio de la Sagrada Escritura, que, con admirable perseverancia, han recibido lecciones de introducción exegético-teológica y han ayudado a comentar y meditar el texto sagrado.
 
Todo éste, que podríamos llamar, movimiento bíblico ha enriquecido, sin duda ninguna, la vida cristiana y ha constituido, en muchos casos, una ocasión excelente para el crecimiento en la fe, e incluso para el redescubrimiento personal de la misma. No es de extrañar. Porque, como decía el gran san Jerónimo, desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo.
 
Cierto. Quien conoce las Escrituras reconoce y conoce en Jesús al Hijo eterno de Dios, el Señor del cosmos y el redentor de nuestras vidas. Pero es saludable caer en la cuenta de que, para entender las Escrituras, no basta la ciencia histórica, ni siquiera una ciencia exegética o teológica cualquiera. Entender la Escritura Santa es una empresa de un orden muy diverso de la intelección de un texto histórico o espiritual común. Porque ella no trata simplemente de un relato de historia humana, o de un descubrimiento del espíritu del hombre. Toda ella habla de Cristo, es decir, de Dios y del hombre, del Hijo eterno de Dios, mensajero y autor de la salvación divina en el tiempo humano. Por eso, para entenderla, además de ciencia humana es necesaria inspiración divina. Es necesario que Jesucristo mismo nos abra el entendimiento, como hizo con los once reunidos en Jerusalén, que no acababan de comprender que el Resucitado no era un fantasma, sino el Siervo de Dios, crucificado por los pecadores y levantado por Dios de entre los muertos a la Vida.
 
La Escritura no puede ser entendida en su realidad propia más que allí donde alienta el Espíritu del Resucitado. ¿Dónde sucede eso de modo cierto? Donde escuchamos a los testigos a quien Él envía a todo el mundo: en el seno de la Sagrada Tradición. Por eso, la clave de la enseñanza del Concilio a este respecto es ésta: la Sagrada Escritura, junto a la Sagrada Tradición.
 
+ Juan Antonio Martínez Camino
obispo auxiliar de Madrid

viernes, 17 de abril de 2015

PARA EL SEGUIMIENTO DE CRISTO

En nuestra relación con Jesucristo tenemos que preguntarnos dónde estamos y tomar así el pulso de nuestro amor y entrega al Señor, porque Él nos llama a ser sus discípulos.

Jesús comienza a predicar con una fuerza tremenda, camina con prisa, va con urgencia predicando la conversión. “Convertíos y creed en el Evangelio. Creer sin convertirse es imposible. Creer sin encuentro personal con Cristo es imposible. La fe por su propia naturaleza exige o implica un encuentro con la persona concreta de Jesucristo. En este encuentro hay siempre una llamada (vocación) y una misión (envío).

Debemos periódicamente replantearnos nuestro seguimiento de Cristo, necesitamos una nueva conversión; escuchar de nuevo “Conviértete, cree y sígueme”. Convertir nuestro si a Jesucristo desde nuestra situación concreta.  Conversión en noviazgo, respondiendo al amir. Permanecer en Él, contemplar su vida, aprender de Él.

Contempla la rapidez y prontitud de la respuesta de los apóstoles, “al instante le siguieron” radicalmente. Seducidos por el Señor, radicalmente le siguieron. Cuando nos apartamos de Él, la “fe” se convierte en costumbre. La fe es dinámica, no se puede ser fiel sin un seguimiento rápido. Hay que entrar en su lógica, seguir sus pasos con generosidad, disponibilidad, radicalidad, …

Cuáles son las condiciones de los discípulos y cuáles son sus prioridades.  Posponen  todo lo que no sea Jesucristo. Se niegan a sí mismo para que el Señor sea el dueño de su vida. La dificultad somos nosotros mismos, por eso tenemos que prescindir de nosotros mismos. Ser como otro Cristo. Renunciar a los bienes dispuestos a amar al Padre. Ser discípulo tiene un coste: vaciarnos de nosotros mismos para que Dios nos llene. Tengo que descubrir dónde están mis dificultades, mis apegos, mis esclavitudes, … morales, sociales, …

Y dar un paso más. A los apóstoles le dio poder sobre los espíritus inmundos. Le envía sólo con un bastón, símbolo de la cruz y les dice lo que tienen que hacer. Los apóstoles cumplen bien su misión y vuelven entusiasmados.  Nuestra misión es dar gloria a Dios. Ser creíbles agarrados a la Cruz, al bastón,  que es nuestro apoyo y nuestra seguridad. Predica a Cristo y a Cristo crucificado.

Disponibilidad para ser testimonio del Amor de Dios en el mundo, para ser dóciles en las manos de Dios. Los discípulos son instrumento y un instrumento se deja utilizar. El Señor pide nuestra ayuda, ha querido necesitar  de nuestro trabajo. El Señor ha querido la necesidad de la predicación.

Desprendimiento cuando llega el desprecio, la falta de éxito, … la persecución, quedas herido, … esa es tu vida,… El Señor se encarga de que haya fruto.

“Como el Padre me amó, permanecer en mi amor”. Que os améis unos a otros. “Vosotros sois mis amigos”. “Os he elegido yo a vosotros y os he destinado para que deis fruto.

Entrar en el círculo del amor de Dios, como amigos íntimos. Permaneced en mi amor.  Nos jugamos la vida en este misterio de amor. Si no entiendo esto, no entiendo la Iglesia. Cuando alguien se aparta de la Iglesia, se aparta de Cristo. Iglesia que celebra la Eucaristía con la Virgen en medio.

Sin miedo al mundo, sin miedo a la debilidad. Relativizar el mundo y sus dificultades, pues el drama del mundo es no conocer a Dios. Lo que valgo para Dios no lo valgo para nadie. (Aparecido, viaje de Benedicto XVI)

¿Qué significa ser discípulo de Cristo?

-          Llegar a conocerlo. Escuchándole, caminando con Él, teniendo sus mismos sentimientos, su mismo amor, formar una sola alma, sin rivalidades ni vanaglorias, buscando el interés de los demás.

-          Comunión de vida. El discípulo crece dentro de la comunidad que es la Iglesia, desarrollando la gracia de Dios.

-          Educación. El Señor nos va educando. Cada lectura del Evangelio es una corrección fraterna.

-          Ser misionero. Predicar el Evangelio. Quien ha conocido la verdad, tiene que transmitirlo.

-          Volver la mirada al Maestro y renovarnos.

Jesucristo, contemporáneo nuestro, es la escuela de discipulado.


Atraer a Cristo a los alejados, junto a su Sagrado Corazón. Ser facilitadores del encuentro con Cristo.

Somos un racimo, el Señor quiere que nos salvemos en comunidad, comunidad eclesial diocesana vivía en pequeños grupos. Salva Jesucristo y quiere que nos salvemos en racimo. Familias en el corazón de Cristo.

Permanecer en su amor. Manos vacías para que el Señor haga su apostolado en mis manos.

Es la obra de Dios, en sus manos Él la hará fecunda.

Sendero desde El Bosque a Benamahoma y regreso - Sábado 16 de mayo de 2015

MARCHA POR LA SIERRA DE CÁDIZ
TRAVESÍA EL BOSQUE BENAMAHOMA
SÁBADO 16 DE MAYO
Sendero desde El Bosque a Benamahoma y regreso


Sábado, 16 de mayo
Marcha por la Sierra de Cádiz
Abierto a todas las familias que nos quieran acompañar

Punto de encuentro y de partida: El Bosque. Nuestro punto de encuentro será la conocida Venta Julián a las 10:00 h. para iniciar la excursión después de deayunar.

El recorrido es muy sencillo de ida y vuelta. Haremos el recorrido de El Bosque a Benamahoma donde almorzaremos. Se tarda entre 1 hora y media y 2 horas en recorrer los 5 kilómetros. Después de descansar la comida emprenderemos el regreso por el mismo recorrido. Aunque es bajada se suele invertir el mismo tiempo entre 1 hora y media y 2 horas.
Es una ruta catalogada como fácil.

Una vez nos encontramos en El Bosque, tomaremos un camino que comienza enfrente de la plaza de toros, junto al hotel Las Truchas. Tras recorrer unos 600 metros por este camino llegamos al inicio del sendero, próximo al albergue juvenil.

El recorrido discurre por la orilla del río y debido a la suavidad del recorrido es practicable por niños y personas no habituadas a caminar por el campo. El río El Bosque, nace al pie de la Sierra del Pinar, con el aporte permanente del Nacimiento de Benamahoma, que se encuentra por encima de la piscifactoría de la localidad.


Los chopos, sauces, adelfas, lianas, zarzaparrillas, rubias, rosales, zarzas, clemátides y madreselvas son los árboles y arbustos más frecuentes en este primer tramo, junto con los helechos, creciendo tan apretadamente que hacen impenetrables las orillas del río, proporcionando refugio seguro a la abundante fauna que aquí reside.



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SI QUIERES VENIR ESTE VERANO A ROQUETAS DE MAR (ALMERÍA) DEL 7 AL 13 DE AGOSTO DE 2015

INFORMACIÓN:

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Fotos de la marcha del pasado año:

jueves, 16 de abril de 2015

COMPRENDER A CRISTO ES COMPRENDER A LA IGLESIA


Es muy importante comprender bien  a Cristo y a su Iglesia para que la vida cristiana no se debilite. La gran diversidad de opiniones y de equivocaciones sobre la Iglesia dificulta la evangelización. La Iglesia es Madre y mira por cada uno de sus hijos.

En más de una ocasión una mirada casi obsesiva por problemáticas puntuales hace que perdamos la visión de conjunto. En otras ocasiones cometemos el error de pensar  en la Iglesia en términos de eficacia y tratamos de demostrar para qué sirve. Y lo más peligroso es pensar que la Iglesia es nuestra, que la hacemos entre todos, donde todos opinamos qué clase de Iglesia queremos.

Debemos tener meridianamente clara que la Iglesia es de Dios, no es nuestra, es suya. La Iglesia no es el conjunto de unos “socios” que se rigen según unas normas y de unas ideas. Por medio de la Iglesia Cristo está vivo, entre nosotros, real, que hace posible la fraternidad. La Iglesia ha nacido del corazón abierto de Cristo, no es una asociación ni un club, es una realidad espiritual. Por eso todo encuentro auténtico con Cristo es también encuentro con la Iglesia. Es la Iglesia en su totalidad la que salva al hombre, no un mero grupo de amigos que forman una “comunidad”. Salva Cristo muerto en la cruz y resucitado, salva la Iglesia como realidad espiritual. Dios se hace hombre para que el hombre –todos nosotros- se encuentre con Dios y nos propone un camino directo: La Iglesia de Cristo.

La Iglesia es santa y es Madre, en la Iglesia y desde la Iglesia, Cristo cuida de ti. En la Iglesia entramos en el ámbito de la salvación que nos pone al servicio del  Señor que es Camino, Verdad y Vida. Habrás oído decir que “la Iglesia es santa y pecadora”, pero no es cierto ya que los pecadores somos nosotros, la Iglesia es santa y sólo santa.

Aunque formes parte de algún grupo cristiano la auténtica comunidad cristiana es la Iglesia que es la que realmente nos salva. La Iglesia es comunidad de comunión, de libertad, de amor y de verdad. No podemos convertirla en el ámbito de ninguna ideología que gira siempre entrono a una idea y la Iglesia gira entorno a Cristo. Cuando lo importante son las “ideas” pronto desemboca en el relativismo que nace de no soportar  que haya referencias absolutas por encima de nosotros. La soberbia siempre desemboca en el relativismo. La razón, que es también muy importante para creer, necesita ser salvada por la fe. El hombre, sus facultades y potencialidades, es comprensible gracias a Cristo y a la fe cuando se vive en el ámbito de la Iglesia.

Si la Iglesia nace del corazón abierto de Cristo, el centro es “la fracción del pan”, la Eucaristía. La Eucaristía, fuente y culmen de toda vida cristiana tiene mucho que ver con la vida apostólica y con el seguimiento de Cristo. La mera vida de fraternidad no basta porque se basaría en un simple humanismo laico; es necesario que fraternidad o comunidad y Eucaristía vayan unidas. Desde una simple fraternidad lo que ofrecemos son nuestras habilidades, valores y cualidades para hacer el bien a los demás y vivir la ayuda mutua. Gracias a la Comunión Eucarística ofrecemos nuestras vidas como hostias puras, agradables a Dios; y esto sólo es posible por la intervención de Cristo y de su Iglesia en cada uno de nosotros.  No salva la mera “fraternidad” ni la “simple comunidad” como conjunto de personas que se ayudan mutuamente, sólo salva la Iglesia como comunidad fundada por Cristo a la que somos incorporados por el Bautismo.

miércoles, 15 de abril de 2015

LA PRIMACÍA DE LA GRACIA Y LA FECUNDIDAD EVANGELIZADORA


Querido amigo, te encontrarás con algunas personas  –incluso sacerdotes- que te dirá con toda su buena intención que no están de acuerdo del todo con eso de que la oración es lo más importante. Después tratarán de matizar la idea para al final remarcar que lo importante es la formación para la acción, para que “seamos creíbles a los que nos ven”. En el fondo están poniendo la confianza en las cualidades humanas adquiridas con nuestro esfuerzo, en los conocimientos teológicos o de pastoral. En definitiva, esa idea más o menos consciente es consecuencia de creer que la conversión, el cambio del corazón y de mentalidad es fruto de un proceso formativo bien diseñado por los “especialistas” correspondientes.

Por eso es necesario destacar hoy también como en toda la historia de la Iglesia que el cambio, la conversión, no la hacemos nosotros porque Jesús nos haya seducido, sino que la hace Él en nosotros, si le dejamos. Jesús no es un personaje fabuloso del pasado cuya vida nos cautiva y sus fantásticas enseñanzas nos hacen seguirle. Jesucristo Resucitado es contemporáneo nuestro que sale a nuestro encuentro para salvarnos, para transformarnos, para convertirnos, para ser testigos creíbles del amor misericordioso de Dios en medio del mundo. Jesucristo no quiere que seamos especialistas en su vida ni en su mensaje, Él quiere que seamos otro Cristo encarnando así su mensaje para el mundo de hoy. Esto sólo es posible por medio de la gracia, por eso la primacía en la evangelización la tiene la gracia. Por eso lo más importante es la oración, los Sacramentos, la vida interior.

Evangelizamos, no por lo que decimos o hacemos, sino por lo que somos. Evangelizaremos si somos otro Cristo. Por eso toda pastoral debe dar prioridad a la vida espiritual, a los Sacramentos, a la oración personal y comunitaria, para poder respetar este principio esencial: la primacía de la gracia.

Qué gran peligro el creernos “personitas” protagonistas de la acción evangelizadora de la Iglesia. Muy pronto empezaremos a ceder tiempo de la oración para “hacer” cosas o para “tener formación”. Sin darnos cuenta nos iremos dando más importancia a nosotros mismos, a nuestras estrategias y métodos que al mismo Cristo. Y terminamos por servir a las estructuras, a los métodos, a las dinámicas de grupos, a las encuestas, a las nuevas tecnologías y nos olvidamos que nuestro servicio tienen que ser a las personas que están esperando que alguien les presente a Cristo para que se encuentro con Él y descubra que Dios tiene un plan desde toda la eternidad para hacerle feliz.

Cuando entras en la dinámica de la verdadera conversión ya no te mueve al apostolado un compromiso adquirido libremente porque eres una “personita concienciada con una noble causa”, sino el mismo Dios que con su gracia hace posible tu nueva vida de relación íntima con Él.


Por eso querido amigo que no te falte cada mañana la oración a solas con Él, para que prolongándola durante toda la jornada no te falte la Luz para iluminar el día. Esta es, además, la única manera de ver que tus proyectos pastorales  van dando fruto en extensión y en profundidad porque, poniendo en Él la confianza, haces como San Pedro: “En tu palabra, echaré la redes”.

martes, 14 de abril de 2015

VIDA EN COMUNIDAD: 'La oración es una valiosa herramienta para superar las pruebas' - Benedicto XVI

VIDA EN COMUNIDAD: 'La oración es una valiosa herramienta para superar las pruebas'



CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 mayo 2012 (ZENIT.org).- La Audiencia General de este miércoles tuvo lugar a las 10,30 en la plaza de San Pedro, donde Benedicto XVI se encontró con grupos de peregrinos y fieles llegados de Italia y del mundo. En su discurso en lengua italiana el papa, siguiendo su catequesis sobre la oración en los Hechos de los Apóstoles, ha centrado su meditación en el episodio de la liberación milagrosa de san Pedro de la prisión. Ofrecemos el discurso del santo padre.


Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quisiera detenerme en el último episodio en la vida de san Pedro narrado en los Hechos de los Apóstoles: su encarcelamiento por orden de Herodes Agripa y su puesta en libertad por la intervención milagrosa del Ángel del Señor, en la víspera de su juicio en Jerusalén (cf. Hch. 12,1-17).
La historia está una vez más marcada por la oración de la Iglesia. San Lucas, en efecto, escribe: "Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él" (Hch. 12,5). Y, después de que salió milagrosamente de la cárcel, con motivo de su visita a la casa de María, la madre de Juan llamado Marcos, se dice que "un grupo numeroso se hallaba reunido en oración" (Hch. 12,12). Entre estas dos notas importantes de la actitud de la comunidad cristiana de cara al peligro y a la persecución, viene contada la detención y la liberación de Pedro, que abarca toda la noche. La fuerza de la oración incesante de la Iglesia se eleva a Dios y el Señor escucha y realiza una impensable e inesperada liberación, mediante el envío de su ángel.
La historia recuerda los grandes elementos de la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto, la Pascua hebrea. Como sucede en aquel evento fundamental, también en este caso la acción principal se lleva a cabo por el Ángel del Señor que libera a Pedro. Y las mismas acciones del Apóstol --que se le pide que se ponga de pie rápidamente, ponerse el cinturón y ceñirse las caderas-- reflejan a aquel pueblo elegido en la noche de la liberación por la intervención de Dios, cuando fue invitado a comer a toda prisa el cordero, con las caderas ceñidos, las sandalias en los pies, el bastón en mano, listo para salir del país (cf. Ex. 12,11). Así, Pedro pudo exclamar: "¡Ahora sé que realmente el Señor envió a su ángel y me libró de las manos de Herodes" (Hch.12,11). Pero el ángel recuerda no sólo la liberación de Israel de Egipto, sino también la Resurrección de Cristo. Nos dicen, en efecto, los Hechos de los Apóstoles: "De pronto apareció el ángel del Señor y una luz resplandeció en el calabozo. El ángel sacudió a Pedro y lo hizo levantar" (Hch. 12,7). La luz que llena la habitación
de la cárcel, el acto mismo de despertar al Apóstol, nos refieren a la luz liberadora de la Pascua del Señor, que vence a las tinieblas de la noche y del mal. La invitación, por último, "Pónte el cinturón y sígueme» (Hch. 12,8), se hace eco en nuestros corazones las palabras de la primera llamada de Jesús (cf. Mc. 1,17), que se repite después de la resurrección en el lago de Tiberíades, donde el Señor dice dos veces a Pedro: "Sígueme" (Jn. 21,19.22). Es una apremiante invitación a seguirlo: solo saliendo de sí mismo para entrar en el camino del Señor y hacer su voluntad, se vive la verdadera libertad.
Me gustaría hacer hincapié en otro aspecto de la actitud de Pedro en la cárcel; se observa, en efecto, que mientras la comunidad cristiana ora fervientemente por él, Pedro, "dormía" (Hch. 12,6). En una situación así crítica y de serio peligro, es una actitud que puede parecer extraña, pero que denota tranquilidad y confianza; él se fía en Dios, sabe que está rodeado por la solidaridad y la oración de los suyos y se abandona totalmente en las manos de Señor. Así debe ser nuestra oración: asidua, en solidaridad con los demás, confiando plenamente en que Dios nos conoce en el fondo y cuida de nosotros al punto que --dice Jesús-- "hasta los cabellos de sus cabezas están todos contados. Así que no teman..." (Mt. 10, 30-31). Pedro vive la noche del cautiverio y de la liberación de la cárcel como un tiempo de su seguimiento al Señor, que vence las tinieblas de la noche y libera de la esclavitud de las cadenas y del peligro de la muerte. Su liberación es prodigiosa, marcada por varios momentos descritos cuidadosamente: guiado por el ángel, a pesar de la vigilancia de los guardias, atraviesa el primero y el segundo puesto de guardia hasta la puerta de hierro que conduce a la ciudad: y la puerta se abre sola frente a ellos (cf. Hch. 12,10). Pedro y el ángel del Señor realizan juntos un largo trecho de camino, hasta que, entrado en sí mismo, el Apóstol es consciente de que el Señor verdaderamente lo ha liberado y, tras haberlo pensado, va a la casa de María, la madre de Marcos, donde muchos de los discípulos están reunidos en oración; una vez más, la respuesta de la comunidad a la dificultad y al peligro es confiar en Dios, fortalecer su relación con Él. Aquí me parece útil recordar otra situación difícil que ha vivido la comunidad cristiana de los orígenes. Santiago habla de ello en su Carta.
Es una comunidad en crisis, en dificultad, no a causa de la persecución, sino porque en su interior hay celos y contiendas (cf. St. 3,14-16). Y el Apóstol se pregunta la razón de esta situación. Se encuentra con dos razones principales: la primera es el dejarse dominar por las pasiones, por la dictadura de sus propios deseos, del egoísmo (cf. St. 4,1-2a); el segundo es la falta de oración: "no piden" (St. 4, 2b) --o la presencia de una oración que no se puede definir como tal-- "Piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones" (St. 4,3). Esta situación cambiaría, según Santiago, si toda la comunidad hablase con Dios, rezando asiduamente y unánime de verdad. Incluso el discurso sobre Dios, de hecho, puede perder su fuerza interior y hasta el testimonio se seca si no están animadas, apoyadas y acompañadas por la oración, por la continuidad de un diálogo vivo con el Señor. Un recordatorio importante para nosotros y nuestras comunidades, tanto las pequeñas como la familia, así como las más amplias como la parroquia, la diócesis, la Iglesia entera. Me hace pensar que han orado en esta comunidad de Santiago, pero han orado mal, sólo para sus propias pasiones. Continuamente debemos aprender a orar bien, realmente orar, orientarla hacia Dios y no hacia el propio bien.
La comunidad, en cambio, que acompaña la prisión de Pedro es realmente una comunidad que ora toda la noche, unida. Y es una alegría que llena los corazones de todos, cuando el apóstol llama a la puerta inesperadamente. Es la alegría y el asombro ante la acción de Dios que escucha. Así que de la Iglesia sale la oración por Pedro y a la Iglesia él regresa para contar "cómo el Señor lo había sacado de la cárcel" (Hch. 12,17). En aquella iglesia, donde él es colocado como roca (cf. Mt 16:18), Pedro cuenta su "Pascua" de liberación: él experimenta que en el seguir a Jesús está la verdadera libertad, está rodeado por la luz radiante de la resurrección, y por esto puede testimoniar hasta el martirio que el Señor es el Resucitado y que "realmente envió a su ángel y me libró de las manos de Herodes" (Hch. 12,11). El martirio que sufrirá después en Roma, lo unirá definitivamente a Cristo, quien le había dicho: Cuando seas viejo, otro te llevará donde no quieras, para indicar de con qué muerte había de glorificar a Dios (cf. Jn. 21,18-19).
Queridos hermanos y hermanas, el episodio de la liberación de Pedro contado por Lucas nos dice que la Iglesia, cualquiera de nosotros, atraviesa la noche de la prueba, pero es la incesante vigilancia de la oración la que nos sostiene. Yo también, desde el primer momento de mi elección como Sucesor de San Pedro, me he sentido siempre sostenido por las oraciones de ustedes, la oración de la Iglesia, especialmente en los momentos más difíciles. Gracias. Con la oración constante y confiada, el Señor nos libera de las cadenas, nos guía para atravesar cualquier noche de prisión que pueda atenazar nuestro corazón, nos da la paz del corazón para hacer frente a las dificultades de la vida, incluso el rechazo, la oposición, la persecución. El episodio de Pedro muestra el poder de la oración.
Y el Apóstol, aunque en cadenas, se siente confiado, en la certeza de no estar nunca solo: la comunidad está orando por él, el Señor está cerca; él sabe que "el poder de Cristo triunfa en la debilidad" (2 Cor. 12,9). La oración unánime y constante es una valiosa herramienta para superar las pruebas que puedan surgir en el camino de la vida, porque es el estar profundamente unidos con Dios, lo que nos permite también estar profundamente unidos a los demás.

COMUNIDAD: ARMONÍA Y COMPARTIR - Francisco

Dos signos de que tu comunidad es renacida: hay unidad, armonía... y los bienes son para los pobres


Una comunidad renacida en el Espíritu Santo busca la armonía y es paciente ante los sufrimientos.

Estas fueron las palabras del papa Francisco durante la celebración matutina de la Santa Misa en la capilla de la Casa Santa Marta del martes 14 de abril. 

El Santo Padre también advirtió de que los cristianos no deben acumular riquezas, sino ponerlas al servicio de los necesitados, como lo hizo la primera comunidad guiada por los Apóstoles.

¿Qué frutos trae el Espíritu Santo en una comunidad? El Pontífice se centró en su homilía de este martes en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que describe la vida de la primera comunidad de cristianos.

Hay, subrayó, dos signos de “renacimiento de una comunidad”. El primer signo es la armonía.

“La comunidad renacida o de los que renacen en el Espíritu tiene esta gracia de la unidad, la armonía.El único que nos puede dar la armonía es el Espíritu Santo, porque él también es la armonía entre el Padre y el Hijo, es el don que hace la armonía. El segundo signo es el bien común, es decir: ´No había entre ellos ningún necesitado, nadie consideraba propiedad suya lo que le pertenecía´, estaba al servicio de la comunidad. Sí, algunos eran ricos, pero para servir. Estos son dos signos de una comunidad que vive en el Espíritu”.

Esto, señaló el Papa, es un paso “curioso”, porque “poco después empiezan” algunos problemas en la comunidad, por ejemplo, la entrada de Ananías y Safira que tratan de “engañar a la comunidad”.

“Estos son los dueños de los benefactores que se acercan a la Iglesia, entran para ayudarla y usar a la Iglesia para sus propios negocios, ¿no? Luego están las persecuciones que fueron anunciadas por Jesús. La última de las Bienaventuranzas de Mateo: ´Bienaventurados cuando los insulten, los perseguirán por mi causa... Alégrense´. Y así se leen tantas persecuciones de esta comunidad. Jesús promete esto, promete muchas cosas hermosas, la paz, la abundancia: ´Tendrán cien veces más con las persecuciones´”.

En la “primera comunidad renacida por el Espíritu Santo -recordó Francisco- hay esto: la pobreza, el bien común, pero también los problemas, dentro y fuera”. Problemas dentro, como “esa pareja de negociantes, y fuera, las persecuciones”. Pero Pedro dice a la comunidad que no se sorprenda por estas persecuciones, porque es “el fuego que purifica el oro”. Y la comunidad renacida por el Espíritu Santo se purifica precisamente “en medio de las dificultades, de las persecuciones”. Existe, pues, un tercer signo de un renacer de la comunidad: “la paciencia al soportar: soportar los problemas, soportar las dificultades, soportar las maledicencias, las calumnias, soportar las enfermedades, soportar el dolor” de la pérdida de un ser querido.

La comunidad cristiana, prosiguió, “demuestra que renació en el Espíritu Santo, cuando es una comunidad que busca la armonía”, no la división interna; “cuando busca la pobreza”, “no la acumulación de riquezas para sí, porque las riquezas son para servir”. Y cuando “no se enfada inmediatamente ante las dificultades y se siente ofendida”, sino que es paciente como Jesús.

“En esta segunda semana de Pascua, durante la cual celebramos los misterios pascuales, nos hará bien pensar en nuestras comunidades, ya sean diocesanas, parroquiales, familiares o muchas otras, y pedir la gracia de la armonía que es más unidad -la unidad armoniosa, la armonía, que es el don del Espíritu- pedir la gracia de la pobreza-no de la miseria, de la pobreza: ¿qué significa? Que tengo lo que tengo y tengo que gestionarlo bien por el bien común y con generosidad- y pedir la gracia de la paciencia, de la paciencia”.

El Señor, concluyó, “nos haga entender a todos que no sólo cada uno de nosotros recibió esta gracia de renacer en el Espíritu en el Bautismo, sino también nuestras comunidades”.


sábado, 4 de abril de 2015

Dominique Rey, o cómo darle la vuelta a una diócesis en 15 años: así despierta la Iglesia francesa


En el mismo año del arranque del milenio, con 47 años, Dominique Rey fue nombrado obispo de la diócesis de Fréjus-Toulon, en la Costa Azul. Un lugar paradisiaco para una Iglesia que estaba lejos de serlo, pues no en vano Francia fue uno de los países donde la crisis postconciliar más se notó en todos los ámbitos, en particular en el de la práctica religiosa y en la falta de vocaciones.

Quince años después, la realidad que presenta esa porción del rebaño que Juan Pablo II confió a monseñor Rey es muy distinta. Es la diócesis francesa con más ordenaciones por habitante, permitiéndose incluso el lujo de "exportar": actualmente tiene 252 sacerdotes trabajando en su territorio y 93 en misión fuera de él. Lo cual está asegurando -caso cada vez más raro en Europa- que todas las parroquias tengan párroco

El año pasado cinco jóvenes recibieron las órdenes, por sólo 3 de la gigantesca archidiócesis de Lyon. Una desproporción que se explica, en buena medida, por la acción pastoral del obispo, destacado por La Vie como auténtico "laboratorio de la Nueva Evangelización": al prelado no le importó llamar a su diócesis a decenas de realidades eclesiales especializadas en nuevas formas de apostolado, aunque fuesen extranjeras.

Lo importante, dice el obispo, es "partir de las necesidades de la gente", y con ese pragmatismo, que él "asume", acoge "desde carismáticos a tradicionalistas, pasando por fieles más clásicos o miembros de Tierra Solidaria", señala La Vie, con el objeto de permitir la "fertilización -una de sus palabras favoritas- entre personas de culturas diferentes".

Entrevistado por La Vie, monseñor Rey explica los "muchos puntos estructurales" en los que basa su acción: "El primero es la dimensión del primado de la gracia. Se pueden tener ideas, tomar iniciativas, llevar a cabo programas pastorales, pero lo que es previo a toda nuestra acción es lo que Dios hace a través nuestro. Yo atribuyo el dinamismo de la diócesis a la presencia de una intensa vida contemplativa. Tenemos la suerte de tener numerosas comunidades monásticas aquí: cistercienses, monjes de Lérins, cartujos, benedictinos, etc. Forman un soporte en la vida interior. Lo que nos recuerda que el primer recurso de la evangelización, más que las empresas personales es la capacidad de acudir a las fuentes de la misión: la fuente sacramental, en particular la adoración eucarística".

No se trata, pues, de "estrategias" ni de "técnicas": "No, pero el segundo pilar es el lugar que se atribuye a los carismas, en sentido amplio, y a la forma de vivir el Evangelio según quién lo proclame. Intuimos que no es la talla del zapato lo que determina el tamaño del pie, sino al revés".

Y señala el mal y el remedio: "Hemos conocido pastorales que a veces nos han encerrado en esquemas coactivos, soviéticos. Al revés, hay que partir de lo que cada uno recibe como don de la gracia de Dios, para así dar lo mejor de uno mismo".

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http://www.religionenlibertad.com/dominique-rey-o-como-darle-la-vuelta-a-una-diocesis-en-41578.htm



miércoles, 1 de abril de 2015



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Fuente: http://abelardodearmas.blogspot.com/